Sendero de mi vida
académica
Nazco
un 4 de enero, y mi primer recuerdo con una figura pedagógica inicia en casa, mi
madre con un fervor de aventajar mi formación me incursiona en el maravilloso
mundo del saber, un mundo lleno de posibilidades.
A los 3 años curso el kínder en Chipilingo.
Comienza mi primer contacto con la escuela. Me encantaban las clases de cantos
y juegos, deportes y natación, ¡a quien no!; pero no sólo encuentro en el aula conocimientos
de maestro a alumno sino que empiezo una nueva etapa de mi vida, los aspectos
que más rescato de este nuevo camino son además de la formación académica, el
conocer a niños con los que empiezo a interactuar, y el intercambio de cada una
de las vidas de mis pequeños compañeros me deja una visión nueva de mi
alrededor, que día a día se retroalimenta.
Curso la primaria en la Juan Ramón
Jiménez, escuela pública; soy participe de los eventos culturales y
tradicionales de la escuela en los que destacan los bailables, la declamación,
el coro, y mi favorito: el ajedrez, actividad por la cual inicia mi popularidad, gracias a la
explotación de está virtud. Destaco por el aprovechamiento escolar que día a
día durante seis años explote. Me doy cuenta de que en la vida hay miles de
cosas que se pueden hacer, y gracias a la escuela lo he descubierto; agradezco
esa oportunidad y privilegio de enseñarme un poco de la vida. Nace el amor en
mi, y me doy cuenta de que me gustaba mucho la escuela no sólo por las materias
que en ella aprendía sino por lo que
aprendía de la vida misma: infinidad de personalidades. Dejo esta etapa con una
amarga y añorante sensación.
Al cursar secundaría, entro en una
etapa “complicada” en mi vida, que influye directamente en lo académico, porque
estoy en la búsqueda de mi personalidad con las resaltantes incógnitas de ¿quien
soy? y ¿para a donde voy?, trato de manera mesurada complacer a todo mundo sin
mucha ganancia, amigos, maestros, mi padre y madre, profesores, todos ellos
menos a mi misma. Descubro que las personas que resaltan entre un grupo son los
más inteligentes, dedicados, disciplinados y perseverantes, al igual que
desgraciadamente lo hacen los inadaptados, rebeldes y descontrolados, pero no
lo hacen nunca los de en medio, los que no rompen las reglas ni logran
destacar. Ello me deja otra lección de vida, la cual interprete de esta manera:
la mediocridad es lo más bajo e imperdonable.
Prepa, nueva etapa, un poco de
madures, sólo un poco, nuevas aventuras de la vida, corriente por la que me
dejo arrastrar, la escuela es igual desde siempre, lo que cambia es la gente
que me rodea. Advierto que hay dos caminos que me pudieran librar de algunos
inconvenientes académicos, causados gracias la libertad de decidir por mi
misma, estos son: estudiar por cuenta propia y hacer que lo estudiado tenga un
conocimiento significativo para mi, y la otra vertiente, la compra de
calificaciones; afortunada o
desgraciadamente nunca traicione a mis principios, y esto me llevo a atorarme
por cuatro años en un punto donde no podía ir hacía atrás ni adelante, por
suerte el que persevera alcanza…
Y heme aquí, en la UNAM, de vuelta a
las andadas, retomando el camino, camino que no cualquiera podría continuar, se
necesita sobre todo, el querer hacer las cosas. Esperanzada por que este camino
me permita construir una mejor vida, en todo sentido.
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