Mi historia con el diccionario
Recuerdo aquella tarde cerca del año 1995, siete tomos
de la Enciclopedia práctica planeta
de la editorial DISA, habían llegado a mi vida por interés de mi madre, maravillaban
mis ojos, no sólo podía encontrar ahí todo lo que quisiera saber, también podía
ver imágenes que representaban algunas de las cosas contenidas entre sus
páginas, una de las razones por la cual este “tumba burros” fue durante mucho
tiempo uno de mis favoritos, mi mundo de niña parecía haber encontrado la
respuesta a todas las cosas que no sabía, y de la manera más fácil porque el
contenido esta ordenado alfabéticamente.
Esta
enciclopedia no fue el primer diccionario que llego a mi vida, lo fue un LAROUSSE de bolsillo a petición de mi
maestro de la primaria, tristemente sólo cumplió el papel de peso extra en mi
mochila escolar durante 1993 y 1994.
No fue
sino hasta 1999 cuando resultaron insuficientes esos tan maravillosos libros
que lo contenían todo y podían sacarme de la ignorancia, mi necesidad de
conocer vocabulario del idioma inglés, curso que llevaba en secundaria, hizo
que buscara un diccionario traductor de español-inglés y viceversa, el mejor
candidato por conocido, práctico y económico, fue el Larousse, diccionario moderno, español-inglés, inglés-español.
No sólo el inglés, por ser una lengua extranjera,
provoco en mi una necesidad para adquirir un diccionario, también el español que
requería ampliar mi vocabulario, me hizo buscar otros diccionarios, adquirí un diccionario
de conceptos básicos llamado Diccionario
Enciclopédico Academia, Fuente de consulta para toda la vida de la
editorial Fernández Editores, otro de ortografía porque no sólo hay que saber
escribir vocales y consonantes sino también conocer y hacer uso de las reglas
gramaticales, el diccionario se llama Larousse
consultor, ortografía-dudas, y uno más de sinónimos Larousse consultor, conjugación-sinónimos, esté lo conseguí porque
además de ampliar mi vocabulario me hacía sentir que tenía el poder de decir la
misma idea con diferentes palabras y eso provocaba envidias entre mis
compañeros de secundaria, cosa que me gustaba tanto.
Finalmente
los diccionarios que han llegado a mi han sido y siguen siendo útiles, aunque
me gustaría tener otra vez esa curiosidad que de niña provoco que los
obtuviera, y es verdad, los diccionarios si son “tumba burros”.
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