Familia disfuncional
Una familia disfuncional es aquella en la que el funcionamiento del
grupo familiar opera de manera incorrecta, puede ser que éste mal funcionamiento
se presente en todo el grupo familiar, demostrando que tienen problemas, o que
algo no está bien en casa; pero también puede ser que sólo un miembro o dos
presenten éste mal funcionamiento.
En el caso de un mal funcionamiento en todo el grupo familiar, sucede
que todos los miembros se pelean constantemente, se gritan se echan la culpa de
las cosas que no están bien en casa; o compiten entre todos para demostrar quién
es el más triste, deprimido, miserable, jodido. Y en el caso de mal
funcionamiento por parte de uno o dos de los miembros se da, cuando el
individuo en cuestión, tiene mal carácter, conductas agresivas, descontrol con las emociones, es alcohólico,
drogadicto, neurótico, depresivo, bulímico, anoréxico, nervioso, ansioso, con
trastorno de défit de atención, etc. Estas características pueden llegar a causar molestia, malos ratos, peleas, disgustos, preocupaciones y hasta gasto
económicos. Por lo que son vistos como un factor de
disfuncionalidad familiar.
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Si quieres que te quieran, quiere
Este es el caso de una Familia que en sus inicios estaba conformada por
El padre, La madre, y Los hijos, que eran cuatro. Todo marchaba viento en popa.
La familia era una de esas de tipo nuclear y tradicional, común y corriente pa’
que me entiendas.
La madre era profesionista de título pero madre y esposa de vocación, o sea, no ejercía la carrera sólo estaba en casa cuidando de sus cuatro hijos y de su esposo, haciendo todas las labores que le corresponde hacer a toda estereotipada madre y esposa.
La madre era profesionista de título pero madre y esposa de vocación, o sea, no ejercía la carrera sólo estaba en casa cuidando de sus cuatro hijos y de su esposo, haciendo todas las labores que le corresponde hacer a toda estereotipada madre y esposa.
Pasaron los años y Los hijos crecieron, entonces La madre decidió que debía
comenzar a hacer algo por ella, y emprendió la búsqueda de un trabajo. Tuvo una
fuerte decepción al darse cuenta de que nadie la contrataba a causa de su
inexistente experiencia en el ámbito laboral, y peor aún, no la contrataban
porque La madre ya tenía más de 45 años de edad y las empresas buscaban gente joven y
con experiencia para el puesto. La madre dejó de buscar trabajo, pero no tiró
la toalla, ella era más astuta de lo que pensaban, así es que se autoempleó.
La madre adaptó la sala de su casa como salón de clases e inauguró una
pequeña academia de lenguas extranjeras en su hogar —no olvidemos que La madre
era profesionista, había estudiado Relaciones Internacionales, y tenía dominio
de varias lenguas extranjeras.
El padre no recibió de buen modo las determinaciones que La madre había
tomado, porque —decía él— lo estaba descuidando y su “amor” se estaba
deteriorando —¡Chale! con la horrible actitud machista de El padre. Y Los hijos,
acostumbrados a que La madre querida siempre les tenía tantas consideraciones,
como hacerles de comer tres veces al día, lavar los traste que salían de esas
comidas, lavarles, plancharles y doblarles las ropas, barrerles y trapearles la
casa entera y de paso sus propias habitaciones, entre tantas otras cosas, pues resintieron
la ausencia de todos esos mimos y, sí, como era obvio, no les cayó en gracia
que La madre ya no estaba a su disposición, y la reacción de Los hijos inició
con una terrible rabieta cual infantes mal criados, y culminó con reclamos y
peor aún, la exigencia de la devolución de todas las comodidades antes
mencionadas —¡Ay! Los hijos… de su
chi·$%&.
Las complicaciones de la familia protagonista de esta historia, no
terminan aquí, en realidad es sólo el comienzo.
Convencido de que La madre estaba abandonando sus funciones como madre
y esposa, El padre le fue infiel con una mujer que conoció en el trabajo, llegó a niveles de chantaje emocional
impresionantes, al grado de echarle la culpa a La madre de que él tomara esa decisión.
La madre finalmente cayó en el juego, y de ahí se desató una guerra
campal en ese hogar.
El padre y La madre se peleaban. Los hijos se pelearan entre sí. La
madre se peleaba con Los hijos. Los hijos se peleaban con El padre.
Los hijos se echaban la culpa los unos a los otros, de los pleitos que existían
entre El padre, La madre, y ellos, y en paralelo El padre y La madre se
culpaban el uno al otro.
La relación entre Los hijos, que antes había sido más que de hermanos
de cómplices, ahora se había tornado en
una relación insoportable, llena de rencores, frustraciones, desapego y
traición. La convivencia era tan desagradable que lo único que querían era
estar fuera del hogar; pero esa era una idea poco viable, ya que
desafortunadamente aún no habían adquirido el grado de autonomía emocional,
moral y económica necesario para salirse de casa.
El escape de uno de Los hijos —llamémosle desde ahora Gokú— fue irse a
vivir en unión libre con una muchacha —llamémosle Señorita cometa. Quizás
hubiera sido una buena opción si no fuera por el hecho de que no era capaz de
independizarse, aún no contaba con la estabilidad —principalmente económica— necesaria
para hacerlo; y en vez de irse, llevó a casa, a su ahora cónyuge, que a su vez
se convertiría en un nuevo miembro de la Familia disfuncional.
Otro de Los hijos —a quien llamaremos Mamá ojos de botón— quiso hacer
lo mismo que Gokú; logró por un par de meses vivir de manera independiente con
un Muchacho, pero al igual que el Gokú, no duró mucho esa independencia, y
también el Muchacho —con el que se fue a vivir en unión libre, y al que
llamaremos sólo Muchacho por su breve participación en esta historia— tuvo que
mudarse a la casa de la Familia disfuncional. Fruto de esta unión, al poco
tiempo nació un infante —al que llamaremos Aila.
Del Muchacho no hay mucho que contar… hubo una vez que El padre y La
madre estaban peleando, y el Muchacho estaba cerca; El padre le dijo que si no
apoyaba su postura, entonces se convertiría en un enemigo potencial y tendría
que sufrir las consecuencias; el Muchacho no lo apoyó. Después de eso,
no aguantó vivir mucho tiempo en esa casa y simplemente un día, se fue.
La familia ahora se conformaba por La madre, El padre, Los hijos (que
son cuatro y entre los que están Gokú y Mamá ojos de botón), Señorita cometa y Aila.
Parecía que la Familia disfuncional iba en caída libre hacía un
precipicio sin fin, vivían dentro de un amenazante y progresivo deterioro, e inmersos en un
ambiente hostil donde reinaba la intolerancia; su peor pesadilla era coexistir
en esa terrible guerra, guerra de la que nadie salía ileso, incluidas la
Señorita cometa y Aila.
Llegó el día en que Aila cumplía 1 año de edad y Mamá ojos de botón le
pidió a los miembros de la Familia disfuncional, que sólo por ese día,
convivieran en paz. Se sentaron todos alrededor de una mesa. Nadie hablaba, y
aunque no era lo mejor, por lo menos no se estaban peleando. Mamá ojos de botón
estaba muy nerviosa y emocionada, por dos cosas, primero porque su querida hija
Aila cumplía su primer año de edad, y segundo porque hacía tanto tiempo que no
veía reunida a su Familia. Los nervios eran tan grandes que tropezó y el pastel
que llevaba en las manos, cayó justo encima de Gokú… en ese instante, antes de que Gokú
tuviera tiempo de reaccionar y arremeter contra Mamá ojos de botón, Aila gritó
con toda la potencia que su inocente voz le permitía –¡No, espera!, si quieres
que te quieran, quiere.
FIN
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La solución
El
primer paso para corregir la disfuncionalidad en una familia, es cuando uno o
más de los miembros se da cuenta de la existencia de ésta. No se trata de
empezar a echar en cara a todos, las culpas o señalar lo culpable que ha sido tal o cual integrante
de la familia, no se trata de reprochar todo el daño que han causado, ya que
poner por delante a los culpables, poco serviría para encontrar la solución de
estos conflictos. La clave está en introducir pequeños cambios bien planeados,
a través de uno de los miembros de la familia. Estos cambios harán que el
sistema familiar, tenga una fuerza de "arrastre" hacia la salud.
El
segundo paso es el conseguir la ayuda necesaria por parte de un especialista.
El
tercer paso consiste en lograr el cambio para la salud familiar.
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